Mona Hatoum, el hogar como “no-lugar”.

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“Una obra de arte primero se siente físicamente; las asociaciones, ideas y conceptos vienen después de ese choque inicial”.

No es extraño que por temas políticos, genocidios y guerras las personas tengan que abandonar todo y hacer su vida en otro país. Mona Hatum es otro caso de un artista quien tuvo que huir de su país natal por situaciones externas a su vida.

Libanesa de nacimiento y palestina de sangre, nace en pleno apogeo de los conflictos eternos del Oriente próximo. Razón por la cual sus padres emigran de su natal Haifa para establecerse en Líbano. Mona realiza un breve viaje de estudios a Londres en 1975, justo con el estallido de la guerra civil libanesa, lo que le impidió su regreso al país. Situación ajena que en definitiva le cambiaría la vida.

Comienza sus estudios en la Byam Shaw School of Art (1975-79), posteriormente estudiaría con Stuart Brisley en la Slade School of Art, la cual determinaría la conceptualización de su propuesta artística.
Una de las artistas más influyentes en la actualidad con una obra extensa que va desde la escultura, las instalaciones, el happening y las videoinstalaciones, siempre con un marcado tinte político con el que plasma temas recurrentes como el desplazamiento y la destrucción de la idea tradicional que se tiene del “hogar”.

Como corriente dominante de la época comenzó estéticamente muy ligada con el minimalismo, romance que le duraría muchos años hasta su paso por la Slade School, donde acentuaría el carácter político de sus obras, la critica ácida y el cuestionamiento de las estructuras de poder.

En una primera etapa de su trabajo indaga sobre las acciones documentadas en video, se puede citar Measures of Distance (1988) en el que trata el tema del estereotipo femenino, el concepto de mujer en el mundo árabe, el sentimiento de pérdida, el exilio y el desplazamiento.

De esta misma época destaca la serie de videos que realiza en barrios ocupados por minorías marginales donde se pone de su manifiesto su azaroso día a día. Siempre cuestionando el concepto tradicional de hogar visto desde la perspectiva de un desplazado.

Road Works, una de las acciones más logradas de Mona, se desarrolla en las calles de Brixton, un barrio obrero y en su mayoría habitado por gente de color, que la artista recorre descalza amarrado a sus tobillos un par de botas industriales pesadas que contrastan con la fragilidad y delicadeza de sus pies.

Mona Hatoum se presenta a sí misma como una persona marginal que cuestiona el sistema, intentando hacer evidente su violento funcionamiento estructural en una acción en la que el mismo gesto de andar se convierte en dificultoso. Partiendo de lo vivido en carne propia como inmigrante palestina en el exilio, Mona construye un nuevo concepto para el Hogar. Aquello que nos remite a la seguridad y el acogimiento, ella lo convierte en un espacio ambiguo, un No-lugar, en el que el espectador se siente extraño, incómodo e, incluso, violentado.

Los objetos y utensilios que aparecen en su obra, aunque comunes en cualquier hogar, en este caso transmiten cierto recelo, cierta precaución al acercarse a ellos, como en una de sus instalaciones Electrified (2002), en la que estos utensilios son conectados a la corriente eléctrica, donde por un lado, brillan de forma atractiva y sugerente, pero por el otro si se tocan producen una descarga. Es en esta dualidad, en este juego perverso donde una pequeña modificación en el objeto es suficiente para hacer reflexionar sobre la fragilidad de la vida.

En la misma línea está Homebound (2000), una ambientación que consistía en una serie de utensilios metálicos de cocina sobre mesas y sillas, unidos por un cable eléctrico y bombillas. “Todo eso con un zumbido de descarga que daba un poco de miedo”, como comentaría la artista en la presentación de la pieza.

“Estos trabajos pueden ser interpretados de muchas maneras. Homebound estaba cercada por una barrera de cables. Esto puede ser visto como una instalación sobre violencia doméstica, o sobre una sensación de encierro para las mujeres, atrapadas en casa, abrumadas por las tareas y por el cuidado de sus hijos, que también pueden despertar en ellas ideas homicidas. Todos tenemos contradicciones internas. Pero también puede ser vista como un trabajo sobre la patria negada. Homebound significa el regreso a casa, pero también alguien que no puede salir de ella. O alguien condenado a un arresto domiciliario. Es un espacio en el que alguien permanece por su propia seguridad o su prisión. Se pueden hacer todas esas lecturas”. [1]

“Mona Hatoum ve el mundo entero como una tierra extranjera. El exiliado sabe que en un mundo secular y contingente, los hogares son siempre provisionales. Las fronteras y las barreras que nos encierran en la seguridad de un territorio que nos es familiar, pueden, en un abrir y cerrar de ojos, convertirse en nuestra peor pesadilla. Lúcidamente en Hatoum, la idea del hogar como un paraíso mítico ha sido barrida literalmente del mapa”. [2]

Quizá la mejor expresión para resumir su obra es la que hace Fietta Jarqué llamándolo “Minimalismo infectado”. Sus piezas parecen hacer referencias claras al minimalismo, aunque cuando se revisan a detalle se cae en cuenta que sólo es desde el punto de vista formal y en la utilización de los materiales.

En ellas hay una continua negociación con el cuerpo del espectador, al que implica física y emocionalmente en un espacio del que paradójicamente el cuerpo humano permanece ausente y que él/ella con su presencia está llamado a sustituir.

Sus piezas trasladan a un espacio de fantasía, irreal, como en Corps étranger (1994), una confrontación del cuerpo físico con el espacio mismo a través de conceptos como lo público y lo privado en la imagen del cuerpo femenino.

“Siempre estoy citando o refiriéndome a otros artistas: Duchamp, Sol Lewitt, Magritte… Mis mayores influencias son las formas reducidas del arte minimal, una expresión que consiste en la pureza formal, pero que yo retuerzo o “infecto” con un contenido que es ajeno a él”.

Mona Hatoum ha causado revuelo desde su aparición en la exposición Sensation, de Charles Saatchi, que junto con los Young British Artists conmocionaron el mundo del arte de los noventa. De las pocas mujeres quienes participaron activamente y aún siguen vigentes codeándose con nombres como Damian Hirts, Jack y Dinos Chapman o Bill Viola.

En la actualidad su trabajo en video ha evolucionado hacia obras menos narrativas, más viscerales y contundentes, con las que sumerge al público en un estado emocional alterado. La podemos ver ahogarse en barro dentro de una caja de cristal o caminar por un largo túnel hacia la luz que parece quemarse.
No deja a un lado la fuerte temática que la ha acompañado siempre, poderosas evocaciones de apátrida, la ansiedad, la negación y la alteridad. En años recientes fue finalista del prestigioso premio Turner. Esta mujer tiene todavía mucho por decir; sus piezas reivindican al arte y recuerdan que su función primordial es la de conmover al espectador.

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[1] Entrevista a Mona Hatoum reliazada por Fietta Jarqué titulada El minimalismo ‘infectado’ de Mona Hatoum.
[2] Edward Said, crítico y teórico literario y musical, y activista palestino-estadounidense en entrevista hablando de la obra de Mona Hatoum.