Damian Loeb, cotidianidad “hecha a mano”.

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Sus cuadros son muy grandes; contienen la luz, el silencio, la soledad y el aislamiento de Damián… ¿O el nuestro?.

Artista norteamericano nacido en la ciudad universitaria de New Haven, Connecticut el 9 de mayo de 1970. Con muy poca instrucción académica al dejar sus estudios truncos, comenzó a coquetear con el mundo del arte de forma autodidacta. El mudarse en 1990 a la ciudad de Nueva York sería el detonante perfecto para explotar su talento como pintor nato.

Fue descubierto de manera fortuita por Jeffrey Deitch, fundador de Deitch Projects y director de LAMoCA, quien lo ayudaría en los inicios de su carrera cuando exponía su trabajo prácticamente en la calle. Fue hasta 1999 que expuso por primera vez de manera individual.

A partir de la línea estética de la ausencia, surge como un camino derivado del hiperrealismo setentero catalogado por algunos como pintura virtual, se describe en términos formales como la fusión de la Tolva, de Edward Hopper o David Lynch.

Utilizando la estética urbana como la principal fuente de inspiración, aparecen en sus propuestas infinidad de objetos cotidianos, eventos catastróficos, espacios irreales o simples detalles de espacios interiores anónimos. Con una técnica meticulosa hecha a mano y un estilo hiperactivo-realista expone el lado más oscuro de la psique contemporánea explorando las ambigüedades de la cultura occidental y sus principales tópicos.

En sus primeros trabajos se nota una nostalgia exacerbada en medio de escenas inquietantes compuestas por veladuras en varias capas que se sobreponen una sobre la otra generando un ambiente vaporoso, volátil y frágil, como si se trataran de imágenes oníricas extraídas del surrealismo.

Como respuesta al éxtasis de la comunicación, Loeb toma como principio creativo situaciones y objetos banales, lugares por los que pasamos a diario sin percatarnos de su existencia. Un tema recurrente son los no lugares, como los aeropuertos, de los que realizó una serie fotográfica recién expuesta.

Esta técnica tiene un paralelismo con Warhol y el Pop Art, ya que utiliza el término de la transfiguración siendo el que de alguna forma explica y valida este arte. Lo interesante e innovador de su propuesta es la forma en como se apropia de estos lugares del anonimato y los revaloriza bajo una óptica diferente presentándose como imágenes hiperreales digitalizadas.

Dentro del bombardeo visual que el sujeto contemporáneo recibe a diario, estas situaciones seleccionadas se fijan en la memoria colectiva como en su tiempo lo fueron las latas campbell de Warhol que sin ninguna pretensión totalizadora recalifican la forma de hacer arte.

Damian utiliza la fotografía fija y el cine como su principal herramienta de inspiración, siendo ésta la primera fase de su creación, para después pasar al laboratorio a través del cual penetra en las infinitas imágenes urbanas y cotidianas hasta encontrar la imagen suficientemente emotiva e ‘irrelevante’ a su vez.

Después de devorar imágenes, continua con la segunda etapa de su proceso creativo, estudia mitos y símbolos clásicos, investiga efectos especiales, realiza estudios de perspectiva y cálculos matemáticos. Una vez digitalizada la imagen correcta abandona la tecnología y retorna a su dimensión humana, vertiendo con pintura en óleo sobre una lona extremadamente áspera montada sobre el caballete.

Para Damian Loeb las películas son mejores que la vida porque “todo lo que aparece en una película está ahí por una razón específica; a través de la iluminación y la música el espectador puede reconocer fácilmente lo que es importante, en cambio en la vida real se tienen que ignorar tantas cosas para concentrase en lo que uno quiere ver. En la vida real todos nos son extraños, en cambio en el cine es fácil reconocer al bueno o a traidor”. [1]

Será que por esto sigue el patrón del Flaneur que observa al mundo a través de las cámaras: tiene un circuito cerrado de televisión por medio del cual participa del exterior introduciendo y repitiendo infinitamente cualquier imagen del entorno cotidiano. “Su estudio-casa es como un huevo, una burbuja, un mundo aparte, un filtro, un espacio seguro…” [2]

El advenimiento de la era digital y de la inmediatez y la comodidad del video digital y la fotografía permite a la gente convertirse en una parte integral del ciclo de retroalimentación que configura activamente el contenido [3]

En la actualidad es representado por la galería neoyorkina Acquavella Galleries, la que presentó en mayo de 2011 la última colección completa del artista titulada Verschränkung and the Uncertainty Principle en la que plasma por medio de ocho cuadros de gran formato escenas de su esposa Zoya seleccionadas de fotografías tomadas durante los últimos siete años.

La temática de la exposición hace referencia a la paradoja de la física cuántica en la que se homogeniza el sujeto y el objeto en el mismo proceso haciéndolo indistinguible (Verschränkung), de esta forma el acto de observación afecta al objeto observado según el principio de la incertidumbre.

La obra de Loeb deja en claro la tendencia de occidentalizar la belleza femenina idealizada por estándares corporales que la mayoría de la población está muy lejos de cumplir, descartando a cualquier sujeto que no se ajuste a los parámetros de belleza creados por directores de arte y de fotografía.
Las imágenes de nuestro mundo son el reflejo de uno idealizado, filtrado a través de los ávidos, despiadados y consumistas ojos del sujeto contemporáneo que esperan experiencias personales trascendentales para ser integradas en su vida como una superproducción de Hollywood.

El hiperrealismo, aunque no es una tendencia artística avangard, ha sido recibido por el gran público con mucho éxito. Quizá por la simplicidad de su contenido ontológico, ya que fuera de la excelente ejecución técnica generalmente no hay mucho más que decir.

El arte como moda y como un retrato fiel de la sociedad hiperconsumista que busca tener un cuadro lindo que es tan bueno que parece foto y luce muy bien en mi sala, sin pedir mucho a cambio. Esperemos que gente como Edward Hopper, Richard Harper, Damian Loeb o el maestro Gerhard Richter tengan algo más que decir y reivindiquen el estilo con imágenes que superen la apariencia de las cosas.

Damian-Loeb

[1] Cita extraída de la revista Reflex No. 37, año 7. México, 2002.Pág. 32.
[2] Ibidem.
[3] Believe it or not this is a PAINTING! One artist’s super-realistic creations. Artículo publicado en el Daily Mail por SNEJANA FARBEROV en agosto del 2013.
[4] Catálogo de la Acquavella Galleries