Marcel Duchamp

“Me fuerzo a contradecirme a mí mismo para evitar conformarme con mi propio estilo…”
Marcel Duchamp.

Hablar de Marcel Duchamp es bastante complicado. Se ha dicho tanto de él, estudios, entrevistas, publicaciones, etc que es difícil hablar de algo ‘nuevo’ de su obra. Aunque murió hace más de medio siglo aun se siguen haciendo conexiones intelectuales entre nuevos artistas y propuestas de vanguardia. Lo cual nos dá la esperanza de seguir sacándole jugo a su trabajo y hacer nuevos planteamientos interesantes.

El otro punto complicado sin duda es como clasificarlo. ¿Es Dadasita? ¿Minimalista, pre-conceptual, cubista, accionista, futurista?, ¿O quizá es todo lo anterior?
En lo personal soy más de la idea que es todo lo anterior y nada a la vez, creo que es lo que lo convierte en quizá el artista más importante e influyente del arte contemporáneo.

En este escrito no trataremos de encasillarlo sino de hablar de su trabajo, que es lo que más nos interesa. Empecemos un poco con su biografía básica.

Nace el 28 de Julio de 1887 en Blainville-Crevon, cerca de Rouen, Francia. Marcel era el tercero de los seis hijos de M. Eugene y Madame Duchamp. Su familia siempre tuvo gran interés en las artes. Madame Duchamp era una talentosa músico amateur y su padre había sido un agente viajero con fuertes intereses en la pintura y grabados.

Pionero y líder del movimiento artístico denominado Dada, tomó parte de los grandes cambios revolucionarios que fueron un resultado inevitable del caos de la primera guerra Mundial.
De los primeros artistas que buscaban desmitificar el high-art es uno de los pioneros en trabajar deliberadamente en la superficie. Su obra evita el peso de la materia, aligera las figuras, los signos son frágiles, aéreos e inmateriales. Duchamp expone imágenes extendidas sobre la superficie y le da a su producción un toque de banalidad y anaestética que no tenía precendentes.
Considerado por el mismo sólo “alguien que respira”, “an-artist”1, jugador de ajedrez y contrabandista de queso.

En Duchamp encontramos, primero, una travesía por la fase expresionista, básicamente en una serie de retratos familiares y de gente muy cercana a él, y es hasta 1911 cuando pueden percibirse ya algunos gérmenes de originalidad en su propuesta artística. En esta época se dedica a aligerar las figuras (que hasta entonces el expresionismo las representaba cargadas y exasperadas), se trata de un aligeramiento matérico que dota de un gesto ingrávido a sus obras, los componentes de sus piezas aparecen casi filiformes, delgados, transparentes, ligeros.

A partir de este momento, el artista intenta evitar los pesos de la materia y alcanzar una dimensión mental en su obra, los significados de esos trazados frágiles son decididamente más importantes que los “significantes” físicamente presentes y constatables. La característica de lo invisible hace su aparición y parece destinada a crecer progresivamente hasta el riesgo de sobrepasar a lo “visible”.

Después Duchamp ingresa a la fase obligada en ese momento del cubismo, en la cual, confirma la vocación de buscar el aligeramiento esta vez de naturaleza física, es decir, tiende a introducir el movimiento mediante el procedimiento técnico, la representación cinemática de un cuerpo sorprendido en poses consecutivas,
Nos encontramos con una obra, a mi juicio, de lo más interesante del movimiento Cubista: “Desnudo que desciende la escalera”. Claro ejemplo del afán de plasmar el movimiento cinemático y la perspectiva fusionada en un mismo plano. Le duró muy poco ésta fase de experimentación formal al darse cuenta que el efecto era muy básico, casi retiniano 2.

No es hasta 1913 cuando Duchamp efectúa un paso por demás aportador y adopta una actitud que no tiene precedentes, y es con respecto a las máquinas. Las máquinas existen, están ya hechas (lo que en inglés se dice ready-mades), y el problema es entonces ver si de ellas se puede hacer algún uso de orden estético, más allá de los usos de orden práctico que respetan las funciones para las cuales fueron producidas.

El logro se traduce como un paso que hace de los objetos cotidianos, prácticos y hasta banales verdaderas obras de arte. Objetos estéticos, en el sentido que ponen en acción al sistema continuo de sentidos y pensamiento del espectador.

Los ready-mades, entre otras cosas, lograron criticar y poner en juicio la función y el status de los procedimientos de producción de las obras de arte.
Existen dos tipos de Ready Made básicamente para Duchamp. Los simples, donde se obtiene un objeto del mercado (literal) y se utiliza como objeto de arte. Los asistidos, los más interesantes, son esos objetos que tienen intervenciones, incluso pequeños gestos que son suficientes para descontectualizarlo y convertirlo en una obra de arte. Basta recordar “L.H.O.O.Q.” Mejor conocida como la Gioconda con bigotes.

Ésta idea de tomar objetos ‘ya hechos’ y recontextualizarlos
como sucede en los ready-mades, ya había sido utilizada por artistas como Picasso o Braque en sus collages, o bien por Tatlin o Boccioni, estos fueron casos que siempre buscaron la producción de objetos autónomos, competitivos y alternativos, innovadores sin duda en su momento, pero con los ready-mades, Duchamp revoluciona el concepto de la obra de arte a principios de siglo, él mismo se describe como anartístico, como anestético: se compromete, casi por una apuesta, a proponer como objeto estéticamente relevante un banalismo seriado, que parecería ser lo más anónimo e irrelevante posible.

Así, “destruye todo residuo de confianza en las cualidades objetivas del valor artístico-estético y quiere en cambio demostrar que este es el fruto de una convención, o casi de una autodeclaración; basta quererlo, emanar una intención y todo puede convertirse en “obra de arte”, lo que refuerza la dimensión noética que el sugería en el arte.”3

Lo que cuenta es el coeficiente mental que anteponemos a cualquier experiencia, que puede seguir su normal discurso practicoutiliario, pero también puede ser desviada, desplazada por otros carriles, y entonces, aun sin que nada cambie en su aspecto físico, entra en la esfera del valor estético.

Duchamp decide abandonar el placer de la producción manual (matérica) en busca de una evolución hacia el placer de No pintar o el No hacer. Se propone una economización de la energía de la producción de la obra de arte para aprovecharla al máximo como energía intelectual. Se despoja de lo innecesario, de lo decorativo, potencializa lo visceral para de esta forma dejar la esencia pura del arte.

En la práctica, adhiriéndose a las técnicas de lo cómico y sus derivados, Duchamp se divierte atribuyendo a las máquinas valores orgánicos, hace en algunas de ellas alusiones sexuales, lo que contribuye a rebajarlas, a hacerlas por ejemplo, sinónimos de actos de masturbación.

Lo “bajo”, lo vulgar de la vida de los instintos, corrompe el carácter inmaculado de los engranajes; o al contrario. Así, las máquinas son cuestionadas dos veces: en primer lugar, rebajándolas al nivel de la vida sexual y, luego, impidiéndoles funcionar según esta lógica, de tal manera que se reafirma su inutilidad y gratuidad.

“Constituyen un jugoso banco de aplicación de lo cómico en el sentido de los apuntes ingeniosos, ya tan bien estudiados por Freud.”4

Todas esas exploraciones técnicas, mentales y estéticas confluyen en la obra más comprometedora Duchamp, terminada en 1923. El título oficial es “La esposa puesta al desnudo por sus solteros, aún” donde se confirma el tema de lo libidinal. La “máquina” es agredida por los valores bajos del sexo que cuestionan su seriedad.

La obra es quizá más conocida con el título de “El gran vidrio”, pues el soporte sobre el cual están trazados los varios eventos es de vidrio. El autor mismo hace notar la importancia de esta elección, dirigida a cancelar casi toda indicación espacial, a evitar el pronunciamiento sobre las tres dimensiones del espacio.

La ampliación se alcanza sugiriendo más a nivel mental (de significados) y quitando referencias visuales, estableciendo las imágenes casi en el vacío. Un accidente provocó el resquebrajamiento del vidrio, pero el autor no se lamentó, sino más bien percibió en ello casi una preciosa colaboración de la casualidad.

Duchamp es el primer artista que trata ‘seriamente’ la desmitificación del arte occidental tal cual la conocíamos.
La obra de arte se degrada a mercancía, a producto de consumo popular y por lo mismo se dan como objetos banales, anaestéticos, al igual que un mingitorio o una rueda de bicicleta. Sí, estamos hablando del principio de descontextualización del pop art.

Además, el objeto artístico se convierte en un detonador de la experiencia estética en el espectador el cual es el que termina la obra. En palabras de Duchamp “El observador termina la obra. Pero yo determino la posición donde lo debe de observar”. Se convierte entonces en Precursor del arte conceptual.

El arte se convierte en una experiencia interactiva en un tiempo / espacio determinado. Duchamp es el padre del performance, del happening y las instalaciones.

La temática del arte se abre a casi cualquier cosa, antes se pintaban cosas que se conocían, a partir de él se pinta lo que no existe, ideas que no van a funcionar, se habla del absurdo y del inconsciente. En palabras de Freud, “El absurdo saca los pensamientos encontrados en los sueños”. Marcel es el padre del espíritu Dadaista.

Finalmente con su obra cumbre, “El gran vidrio” tratado con anterioridad, por primera vez se pone especial énfasis en la superficie, se trata de una superficie plana intensificada, de manera muy distinta al manejo que las superficies tenían en las artes en ese tiempo.

Así, Duchamp, en la segunda década del siglo XX, enuncia ya una actitud en donde la superficie pasa a primer plano, se trata ahora de la negación de la profundidad, de la intensidad de la superficie, una cuestión de significado, en la superficie. Concepto fundamental en el expresionismo abstracto y del suprematismo.

Hemos enlistado los principales movimientos artísticos del siglo XX y aun vigente en el siglo XXl. Es evidente que sin Duchamp no podríamos entender la obra de Andy Warhol, Joseph Beuys, Kasemir Malevich, Joseph Kosuth, Donal Judd, Mark Rothko, Sol LeWitt, Klein o Piero Manzoni.

Entonces ¿En qué movimiento incluimos a Marcel Duchamp? Eso se los dejo a su criterio. Lo valioso de esto es darnos cuenta que si alguien cambió la forma de ver, de hacer y de pensar el arte de nuestro tiempo es, sin duda, Marcel Duchamp. Los invito a conocerlo y a seguir haciendo conexiones interesantes con nuevos artistas y propuestas de vanguardia.

1 Que es un juego ambigüo de palabras, en inglés puede significar dos cosas: un artista o un no-artista
2 Duchamp estaba en contra del arte del “retinal shutter”, en donde el deleite estético depende casi exclusivamente a la sensibilidad de la retina y no de una representación auxiliar.
3 Renato Barilli. El arte contemporáneo: de Cézanne a las últimas vanguardias, Norma, Bogotá, 1998, p. 134.
4 loc. cit.
5 El atributo masculino, entra en la estrategia hermenéutica de eliminar los sexos y, por ello, de cancelar el sex-appeal de la Gioconda, de volver esta máquina Leordiana más célibe de lo que era en las intenciones del autor.