Paul McCarthy, arte y perversión.
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- nov 11, 2013
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“Viena no es Los Ángeles. Mi trabajo salió de los niños, de televisión en Los Ángeles. Yo no vivía en un entorno europeo. La gente hace referencias al arte de Viena sin llegar a cuestionar el hecho de que hay una gran diferencia entre la salsa de tomate y la sangre. Nunca pensé en mi trabajo como chamánica. Mi trabajo es más de ser un payaso de un chamán”.
No existe un artista más polémico y controversial como Paul McCarthy. Hablar de él es complicarse la existencia. El arte para bien o para mal es otra a partir de sus aproximaciones desde la década de los setentas.
Nacido en 1945 Salt Lake City Utah el estado mormón por excelencia, con su serie de represiones sociales y religiosas tan discutidas en la actualidad, surge este anticristo del arte que es todo lo contrario a lo que enseña el Libro de Mormón en definitiva.
Terminando sus estudios en la Universidad de Utah, en 1969 se muda para bien de él y de la comunidad a Los Ángeles California, ciudad en la que radica en la actualidad, sería su perfecto cómplice en el arte que produce. Una ciudad con una doble lectura por un lado el glamour del american dream y por el otro la violencia, las pandillas, los problemas sociales y raciales que forman un crisol muy interesante y denso para asimilar.
Con estudios en la Universidad del Sur de California, y el Instituto de Arte de San Francisco, en una época donde todo se vale y la gente está dispuesta a apreciarlo. No es coincidencia que circularan en el medio artístico por las mismas épocas su colaborador número uno Mike Kelley y Chris Burden por citar algunos.
A principios de su carrera como la mayoría de los artistas de la época se sintió atraído por las vanguardias americanas: el expresionismo abstracto, el minimalismo y el arte conceptual, representado por los grandes maestros vigentes como Judd, Walter de María, Pollock, Rothko, Sol Lewitt y demás gigantes Americanos.
No le duró mucho lo ‘bien portado’ ya que al poco tiempo da un giro interesante en su obra cuando se dedica a parodiar y a burlarse literalmente de los big boys como Pollock o Klein. Su idea era socavar la idea de ‘el mito de la grandeza artística’ atacando la percepción del artista masculino heroico.
Valiéndose de sustancias como la mermelada, ketchup, mayonesa o pintura, se dedicó a realizar acciones de arte donde se burlaba de los performances del francés y del action paintings de Pollock. Basta darle una revisada a obras como Black and White Tapes (1970-75), Wall Whip (1974), Sauce (1975) o la serie de kétchup (1977) para darse cuenta de lo que estamos hablando.
En esta etapa de trabajo su obra evolucionó al romper los límites del arte, donde su cuerpo es utilizado como lienzo y como pincel, y los pigmentos por los fluidos corporales o alimentos de uso común.
Un ejemplo claro de ésta línea de trabajo es su pieza de 1976 Fool Class, donde McCarthy lanza salsa de tomate salpicando un salón hasta terminar aturdió y después vomitar varias veces. Posteriormente se inserta una muñeca Barbie en el recto sin decir agua va. La obra termina cuando el público ya no podía soportar ver su actuación.
Esta serie de eventos psicosexuales tan usuales en el artista van en contra de las convenciones sociales, poniendo a prueba los límites emocionales del artista y espectador.
McCarthy ganó fama por sus intensos performance y videos como los mencionados anteriormente. La temática recurrente siempre son objeto tabú en la cultura occidental como lo es el cuerpo humano, el desnudo y la sexualidad. También ha explorado la temática de la niñez, la violencia y disfunción familiar las cuales son mezcladas en dantescas escenas intervenidas con fluidos corporales, pintura y comida para crear una severa crítica de iconos culturales dominantes y el estilo de vida norteamericano.
Con frecuencia los elementos que componen los objetos son deformados, sobredimensionados y expuestos de forma desagradable en el marco de situaciones sangrientas, violentas y antinaturales que generan un fuerte rechazo en el espectador. Lo interesante radica en que son escenas muy cotidianas en espacios muy domésticos que despiertan ese lado obscuro y perverso del sujeto mediante un placer culposo.
“El arte de McCarthy es duro y difícil de tomar. Es amargo, monótono, histriónico y juvenil. Sus historias no tienen moral, sus actuaciones aparecen en casi cualquier formato. Hay poca variedad o matices en su arte y en sus balbuceos con caracteres psicópatas. De muchas maneras, todas sus actuaciones son un performance. El arte de McCarthy tiene mucho que dar. Aunque su expresionismo se siente anticuado en estos tiempos con lenguajes más limpios y cosmopolita, es prueba de que hay un lado oscuro en el modernismo. El arte de McCarthy no es nada si no está lleno de mierda”.
“Muchas de mis obras tratan sobre la violencia familiar, el abuso, la opresión y la dominación. La más frecuente es la relacionada con los niños. Sin embargo, no ilustro literalmente estos temas en mi trabajo, sino que, más bien, son asuntos que se evocan de un modo indirecto. Comprendí que la necesidad de generar violencia, la necesidad de la violencia física, no correspondía a una realización específica. Me fui interesando cada vez más en representarla. Esa es la razón de que use ketchup. Lo utilizo como si fuese sangre y como símbolo de nuestra sociedad de consumo. También empleo sangre de verdad. Lo más interesante fue darme cuenta de que la sangre podía ser real o artificial de manera simultánea y el efecto era el mismo”.
A partir de los ochentas McCarthy amplió su leguaje expresivo introduciendo esculturas equipadas con motor que permiten movimientos permanentes y controlados. Al igual que las esculturas predecesoras sigue dominando el contexto espacial donde se inserta la pieza controlando la mirada del observador como un autentico voyeurista.
Evidentemente esta serie de movimientos que ahora tienen sus maquinas vivientes acentúan la temática sexual: penetraciones, sodomía, masturbaciones, todo con su peculiar estética grotesca que le caracteriza.
En los años noventa una de la temática recurrente de sus esculturas era la estética del mundo feliz: simulacros que nos recuerdan Disneyland, películas de serie B, las series de televisión y los comics. Aparecen como una parodia a los juegos y actividades infantiles destacando personajes del imaginario infantil como Papá Noel, Pinocho, piratas y vaqueros.
Ejemplos emblemáticos de sus trabajos más recientes destacarían Spaghetti Man (1993), Caribbean Pirates (2001-2005), Santa Chocolate shop (1997), Dance hall girl, Cowboy (gunfighter) o Tomato heads (1994).
Definitivamente no es un artista popular y tópico en una cena elegante, pero si adorado a escondidas por esa extraña fascinación que genera en el hombre todo lo prohibido. Esa doble moral que nos encanta.
Recientemente presentó su pieza de White Snow en clara referencia al personaje de Disney la cual causo conmoción en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, Nueva York. “Sexo no siempre consentido, gula, lascivia, excrementos, bacanales y un humor de trazo muy grueso conviven en la instalación, que se exhibe en Nueva York”.
Lo interesante es que la exhibición tuvo muy altas visitas como la mayoría de sus piezas. Hay que recordar que existen piezas de él en los principales museos y colecciones del mundo, por algo a de ser.
McCarthy pone en escena situaciones sin límite, sin solución, profundamente perturbadoras que destapan nuestro inconsciente reprimido, nuestro lado perverso, nuestro lado humano, que de alguna manera nos recuerda que estamos vivos, aún.
1 “Shitless epics. McCarthy’s art is nothing if not full of shit.” Por Jerry Saltz Q.
2 Entrevista a Paul McCarthy por Virginie Luc para El mundo magazine. 2000.