Richard Prince y la Retrofotografía.
“I went to see a psychiatrist. He said, ‘Tell me everything.’ I did, and now he’s doing my act”.
El arte ha tenido periodos de esplendor y decadencia en alguna de sus manifestaciones en periodos específicos; luces y sombras que construyen la historia misma y le imprimen fortaleza.
La fotografía en sus orígenes estuvo muy ligada al naturalismo, al principio en imágenes en blanco y negro elegantes y sobrias que dieron paso al color. Tras el estancamiento de la fotografía como técnica de expresión en la década de los setenta, opacada por las nuevas tendencias del performance, el video y el cine, surgen dos figuras claves que revolucionaron la manera de ver y hacer fotografía: Cindy Sherman y Richard Prince.
Nueva York sería definitorio en la concepción de su estilo artístico. Conoce el arte conceptual y comienza a trabajar en Time-Life como preparador de recortes de revistas, donde se dio cuenta del potencial que tenían las imágenes publicitarias como medio de expresión.
Prince utiliza el concepto pop de la apropiación y la descontextualización como herramienta básica, tomando prestadas imágenes anónimas del mundo publicitario para producir arte.
Cuestiona los valores implícitos de la obra de arte y del artista producida después de la era de la reproducción mecánica; la idea de la autoría, el objeto único y el papel tradicional del artista se ponen en entredicho cuando se toma algo del mundo cotidiano y se transforma en un objeto artístico.
Los críticos y coleccionistas han etiquetado esta aproximación al arte como Appropriation, Artist´s Book, Simulation y Situationism. La realidad es que el nombre es lo de menos, son pocos los artistas quienes se autoetiquetan y se promueven bajo un estilo.
Richard Prince es conocido en los inicios de su carrera por la utilización de imágenes recicladas de revistas y periódicos propios de la cultura popular, yuxtapuestos y ensamblados en imágenes infinitas. De esta etapa vale la pena revisar Untitled (Cigarettes) (1978–79) y Untitled (three women looking in the same direction) (1980).
El concepto por el que se le reconoce es el de la refotografía, el que consiste en fotografiar una imagen existente, normalmente anónima, como la de algún catálogo comercial, una foto familiar o personal para intervenirla intencionalmente.
La refotografía no escapa de la polémica. Por un lado es cuestionada por su supuesto o nulo valor artístico al apropiarse de algo ya hecho, y por el otro, el tema de los derechos de autor, el famoso copyright internacional que rige todas las imágenes publicitarias.
En 1997 Prince se enfrascó en una querella legal con el New York Times por utilizar imágenes de su diario en exposiciones. Pero, sin duda, la batalla que le trajo mayores problemas, y a la vez, publicidad, fue con la Madre de la actriz Brooke Shields.
“Artistas como Sherrie Levine, Robert Longo, Cindy Sherman y Richard Prince responden a la austeridad conceptual que había sufrido la paulatina desmaterialización del objeto artístico. Hay una apuesta por el retorno a la representación. Y más: por el retorno al potencial narrativo de la imagen. Desde una actitud reflexiva y apropiativa, centrados en un proceso de crítica de la representación, abren los confines del arte a los medios de cultura masiva”. [2]
En 1983 presenta su obra Spiritual America, fotografía de Garry Gross en la que se muestra a Brooke Shields, de 10 años de edad, posando sensualmente, y con un gesto provocador, junto a una bañera. Una pieza interesante que terminó de posicionar la carrera del artista y sacarle canas verdes a la familia Shields por la connotación de Lolita en la que fue encasillada su hija.
La temática preferida de Richard siempre ha sido la clase baja, los marginados, las tribus sociales más atacadas y controvertidas en los Estados Unidos. Punks, motociclistas, camineros, pandilleros, alcohólicos, drogadictos, homeless y demás personajes irreverentes del dark side. Ejemplos son: Cowboys (1984) en la que explota la dudosa preferencia sexual de estos caballeros conquistadores del viejo oeste, o Gangs (1984) con la que refografea a camioneros, surfers, motociclistas y pandilleros.
En su serie Jokes (1986) retrata las fantasías y las frustraciones sexuales de la clase media estadounidense mediante un discurso sátiro, burlesco y de humor negro. Las referencias al sexo, las drogas y el rock and roll, el alcoholismo y las películas populares producen un trasfondo oscuro y a la vez familiar.
Prince tiene una extraña fascinación por estos personajes mundanos y poco exhibidos, no los retrata como sujetos residuales sino como protagonistas, como un homenaje alternativo al mainstreim dominado por los modelos caucásicos con cuerpos esculturales.
Richard Prince es considerado un Bad boy del arte norteamericano, pero eso no le resta importancia artística y reconocimiento comercial. En 2005 su obra Untitled Cowboy fue la primera fotografía de la historia en alcanzar el millón de dólares en una subasta en la afamada Casa Christie’s de Nueva York.
Su obra ha sido expuesta de manera individual y colectiva en museos y galerías de Estados Unidos, Australia, Italia, Alemania, Holanda, Israel, Francia, Japón y Austria. Ha participado en la Bienal de Venecia, y en la actualidad se prepara una gran retrospectiva de sus 30 años de trabajo.
Al parecer los chicos malos también son rentables. La temática obscura atrae y captura, quizá sea morbo, quizá ganas reprimidas de ensuciarse las manos de vez en cuando. Siempre hay artistas quienes recuerdan que no todo lo negro es malo, que lo blanco a veces aburre, y que a los seres humanos les encanta transitar entre ambos mundos.
[1] Almine Ruiz-Picasso, miembro del Patronato de la Fundación del MPM y copresidenta de FABA.
[2] Richard Prince y los sumideros del arte. Revista Realstate.