Eva Hesse, lo artesanal-visceral

escultora-eva-hesse

En alguna ocasión le preguntaron a Charles Saatchi que de todos los artistas muertos prematuramente, cual pérdida era la más lamentable para él. Saatchi contestó sin titubear que Eva Hesse. De no haber muerto tan joven sería una de las más grandes artistas del siglo, en palabras del coleccionista Británico.

Alemana y judía de nacimiento, huye con su familia del genocidio Nazi primero a Holanda y después a los estados unidos, donde se afincarían en la ciudad de Nueva York. Realizó estudios en la Cooper Union y en la Escuela de Arte y Arquitectura de Yale (1957–1959) siendo discípula de Josef Albers, artista alemán creador de los programas de arte más influyente de la educación artística en los Estados Unidos.

Como la mayoría de los artistas Hesse comenzó como pintora en 1960, en un par de años ya estaba haciendo escultura, plataforma que no abandonaría hasta su muerte. Su estadía en 1965 en su natal Alemania con su marido, el también escultor Tom Doyle, sería el detonante definitivo en la concepción de su propuesta estilística.

Para entender su obra definitivamente hay que adentrarnos en su mundo. La vida de Eva no fue nada fácil, me recuerda un poco a la de Arshile Gorky con tantas calamidades que parece ficción. Eva, como se comentó antes, huyó del régimen Nazi primero sola con su hermana, después se reunió toda su familia en Holanda, para emigrar a Inglaterra y definitivamente a Estados Unidos.

Su madre se suicidó en 1946, suceso que la marcaría de por vida, incluso en su diario hace mención constantemente de la ansiedad que le provocaba el haber heredado la inestabilidad emocional de su madre. Tiene constantes pesadillas de abandono y de muerte prematura que la atormentaran siempre.

Su matrimonio duró solo un par de años, estuvo sometida a psicoterapia hasta los últimos días de su vida, atormentada la mitad de su vida por el cáncer que desgraciadamente, en 1969 al ser operada de un tumor cerebral que le causaría finalmente la muerte con apenas 33 años de edad. Edad cabalística que ha perseguido a muchos artistas por cierto.

En una época dominada por el minimal art, donde la factura era lo más importante, donde la razón y la técnica dominan al arte, aparece una propuesta fresca, diferente y poderosa que vuelve al sentido emocional de las piezas, a la obra hecha a mano, a lo artesanal, a lo visceral.

Con un lenguaje único y materiales poco nobles para la escultura de su tiempo logró marcar tendencia aun con sus apenas 10 años de carrera artística.

Hesse creó un gran número de pequeñas obras experimentales con una gama de materiales notablemente variada, entre ellos látex, fibra de vidrio, tela metálica, estopilla, cuerdas, pedacera de tela, cinta adhesiva y cera.

A la par de las esculturas de gran formato aparecieron pequeñas piezas llamadas con frecuencia “piezas de prueba” donde se tenía en mente que eran el componente de un todo más complejo, proceso de experimentación previa a la obra final. Sin embargo con un estudio más profundo de la artista muestra que rara vez eran componentes de un todo, sino la misma obra de arte.

Estas piezas de estudio muestran el uso altamente innovador de los materiales que hacía Eva Hesse, desde la concepción de la pieza como el proceso mismo que no tenía nada de tradicional o industrial como las piezas pulcras e impolutas de Donal Judd.

“Hesse no utilizaba el término “pieza de prueba” para describir sus pequeños trabajos experimentales. Como mucho, en sus notas se refería a ellos como “muestras”. Sólo después del fallecimiento de la artista empezó a aplicárseles el nombre de “piezas de prueba”, en parte por defecto. Este término, como “prototipo”, otra palabra muy propia de la época, revelaba el deseo de vincular el arte al lenguaje de la industria”. 1

Siembre en la búsqueda de la cuestión háptica del objeto, con texturas palpables, formas pendulares y protuberancias estrafalarias, alusiones al cuerpo humano, a lo sensual y a lo sexual, al accidente y a lo oculto. Con sus efectos viscerales, a veces grotescos o cómicos, Eva devolvió a la escena las cualidades sensuales y corporales al arte.

“Aunque su obra a menudo se ha calificado de “orgánica” en oposición al vocabulario “geométrico” de los minimalistas, lo cierto es que las creaciones de Hesse cuestionan directamente las oposiciones de este tipo, porque prefería trabajar con formas y estructuras que eran al mismo tiempo orgánicas y geométricas, como si el arte fuera un modo de plasmar materialmente una contradicción terminológica”. 2

Siempre hay un deseo casi obsesivo con el resultado final del objeto. En una serie de movimientos como ensartar, doblar, cortar, perforar y enrollar hasta lograr el objetivo esperado. Algo que al principio parece fortuito y desechable, como una pieza de látex de forma extraña, requiere un tiempo de contemplación y, a medida que se mira, los gestos que intervienen en su creación se van volviendo más evidentes.

Hablemos de la última pieza que realizo Eva Hesse a 15 días antes de su muerte en 1970, Seven Poles. Esta pieza realiazada en fibra de vidrio y resina de polietileno, de sus materiales favoritos, logra introducir la cualidad orgánica a sus objetos. Los contornos viscosos, amorfos, arrugados y ondulantes, el carácter rugoso de las superficies y la imprecisión de los bordes están realizados ex profeso con el propósito de subrayar la carnalidad y lo humano del objeto.

“Siete formas vulnerables, vacías o con caóticos interiores parecen inusualmente susceptibles de atraer la gravedad o sugerir la decadencia, son siete formas aparentemente rudimentarias que poseen una fuerte carga expresiva y que ejemplifican que para Eva Hesse el arte y la vida eran inseparables”.3

Al mismo tiempo, la composición vertical y las formas oblongas rememoran una cierta imaginería hospitalaria (sondas, tubos, vendajes) de enfermedad y dolor, que evoca y subraya por un lado el aspecto visceral de su trabajo y por otro la fragilidad de la realidad cotidiana.

Quizá la mayor aportación de Eva Hesse al mundo del arte, y el que a pesar de solo diez años de carrera hoy estemos hablando de ella, es sin duda por la transformación radical de la escultura que hizo en una época en donde la categoría misma del objeto artístico estaba en crisis.

En una medida similar a la obra de Duchamp o Warhol que se adelantaron a su época y revolucionaron la forma en que se veía el arte de su tiempo. Es impresionante que hasta la fecha sigan estando vigentes y sigan fundamentando muchos movimientos artísticos posteriores a su muerte.

Su obra difícilmente encasillable entre el Process-Art o Antiform, ya que su discurso es demasiado íntimo y con un contundente carácter y originalidad que lo vuelve único.

Su trabajo es el resultado de la experimentación y la reformulación tanto conceptual como representativa de la escultura que sirvieron de fundamento para abrir nuevos espacios físicos y mentales fundamentales para los nuevos discursos posteriormente emprendidos por la escultura occidental contemporánea.

1. Eva Hesse. Trabajos del estudio. Briony Fer (comisaria), Barry Rosen (comisario).Fundació Antonio Tápies. 2010.

2. Op Cita.

3. José Miguel G. Cortés. Eva Hesse Seven Poles. Obras fundamentales del arte del siglo XX.

Seven-Poles