Nymph()maniac

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En días pasados, como buen Seguidor del directos Danés Lars Von Trier, fui a ver la primera parte de su tan esperada película Nymphomaniac. A los pocos días un amigo, para bien o para mal, me dijo que en una famosa página de películas por internet ya se encontraba la segunda parte, la cual me dispuse a ver ambas de corrido como el director lo tenía pensado desde un principio. El resultado de la larga sesión fue, que por mucho, superó mis expectativas originalmente planteadas.

Hablar del L’enfant terrible de Cannes es siempre polémico, existen los que lo aman y defienden a ultranza y los que lo odian con la misma o superior intensidad. La realidad es que lejos de filias y fobias es uno de los directores mas interesantes de la historia del cine.

Yo lo conocí con Epidemic hace mas de 12 años, después vino el decálogo de Dogma y The Idiots donde me atrapó por completo. Se trataba de un cine libre, en estado puro, privilegiando el guión y las actuaciones, sin elementos adicionales y efectos especiales a los que desgraciadamente estamos tan acostumbrados por la cercanía con Hollywood.

Dance in the dark una muy buena película donde nos enseña que no todos los musicales tienen que ser bobos, con temáticas simples y rosas. La película con la que se ganó un lugar en la historia fue con Dogville. Cuando pensábamos que no se podía decir algo nuevo en la forma de hacer y dirigir el cine, nos encontramos con una historia retorcida donde no existe ningún tipo de escenario, una propuesta que raya entre el teatro, el happening y el cine.

Los éxitos, los reconocimientos, la crítica, la polémica y las declaraciones comprometidas han acompañado desde entonces al director. Aparece entonces el juego mas arriesgado de su carrera hasta este momento, La Trilogía de la Depresión con la primera parte titulada Anticristo.

No hablaré mucho de la película porque sería hacer otro articulo de la misma, solo diré que junto con Inland (Empire) de David Lynch serían las películas mas perturbadoras que había visto hasta ahora. Inclasificables, densas, entrañables y sombrías. Debo de reconocer que tengo ambas en dvd y no las he vuelto a ver desde entonces.

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Me resulta muy básico el pensar que Nymphomaniac, como muchos críticos y cinéfilos afirman se trata únicamente de una película pornográfica. Creo que es un criterio muy reduccionista y es solo querer navegar por la superficie únicamente, algo muy usual de nuestra sociedad que se queda en la apariencia y no en la profundidad de las cosas mismas. Leí alguna vez una revista que hacía una lista de las 10 películas pornográficas mejores que Ninfomaniac, evidentemente con muy pobres resultados.

¡Ojalá se tratara de una película pornográfica! Sería mucho mas fácil digerirla y tendría un resultado placentero, la realidad es que el sexo como tal solo es un medio para desenmascarar al ser humano, desnudarlo y exhibirlo. Yo diría que el tema central de la película es la maldad, la maldad en estado puro como diría un buen amigo.

De esta forma la cinta se vuelve en un ente inclasificable, muy alejado del rigor simplista del “me gusta o no me gusta”, trasciende cualquier juicio de valor o estética.

Evidentemente se puede hablar de la filmografía, de la excelsa mano del director, la fotografía esplendida sobre todo en las tomas a blanco y negro. En lo personal disfruto mucho el apoyo visual que utiliza al dividir la pantalla y al presentar apuntes, esquemas gráficos y simbólicos o simples imágenes de apoyo que enriquecen la experiencia. Algo muy propio de su cinematografía.

Solo un buen director es capaz de sacar lo mejor de su guión y de sus actores. Para muestra la actuación de Shia LaBeouf, actor muy muy mediano del estilo del American Pie, el cual luce muy bien. Debe ser muy difícil sacarle agua a las piedras, Lars lo logró.

Clasificación aparte se lleva Uma Thurman y Willem Dafoe, aunque sus actuaciones son cortas son sumamente definitorias y significativas. Charlotte Gainsbourg, desde Anticristo no sabría donde colocarla, su fragilidad casi enfermiza, su mirada impávida, su tono andrógino y su desequilibrio mental, la ponen lejos de los criterios convencionales de la actuación. Hace poco leí que esta seria su última colaboración con el director danés, creo que hace bien, si aun está a tiempo de no contagiarse de sus depresivos papeles.

Iñaki Abálos, arquitecto madrileño, hablaba hace unos años de la importancia del trabajo de Andy Warhol en la historia al considerarlo el retratista del siglo XX. Así como la historia del arte nos ha regalado a Rembrant, Rubens, Tiziano, Goya, Monet y compañía, los cuales recreaban las sociedad de sus tiempos, Warhol hacía lo mismo con la suya. La sociedad de glamour, de la decadencia, del consumismo, del American Dream fallido. Un arte sin profundidad, mediata y sin una técnica meticulosa o estudiada.

Lo alarmante es pensar que Lars Von Trier sea el retratista de nuestra sociedad contemporánea. ¿De donde puede sacar esos guiones tan retorcidos? Creo que la respuesta es muy sencilla, solo hay que prender la televisión un día por la tarde. Vivimos en una sociedad donde se queman y se torturan animales, donde se linchan a los policías y demás figuras de autoridad, se asesinan y se mutilan a las personas, donde secuestran y abusan de mujeres o se trafica con niñas. Cualquiera de nosotros podría construir su propio guión igual o mas perverso que el aquí mencionado. No se les olvide Heli de Amat Escalante, nuestra versión mexicana de la maldad a su máxima expresión.

La trama resumida se trata de la vida de una mujer ninfómana contada a un extraño a través de ocho capítulos organizados a partir de un hilo conductor preestablecido que los agrupa por temáticas definidas por unos objetos encontrados en la habitación del extraño que la invita a su casa para reponerse de una golpiza infringida por “alguien” que aun no sabemos quien es.

Aunque el sexo en este caso visto a través de una enfermedad mental, como lo es la ninfomanía según dicen los enterados del tema, es el pretexto para hilar una serie de situaciones que se salen de las manos.

Conocemos como la protagonista va perdiendo todo lo que tiene en la vida, familia, trabajo, amigos y tristemente la esperanza. Llega a un punto donde entiende que su situación no la puede controlar, lo acepta y decide vivir con ello, como un desecho de la sociedad, un paria, un outsider.

Lo que comenzó como una adicción al sexo la fue llevando por un camino obscuro y sin retorno. Una mujer que en sí no era mala, se fue transformando y conviviendo con personas que si eran malas en realidad. Llevándola a un final nada agradable. Hay que recordar que cuando se abre la caja de Pandora, no hay marcha atrás.

Hay dos reflexiones muy interesantes casi al final de la película donde se plantea la posibilidad de que si Jo no fuera mujer sino hombre, donde la cuestión de la adicción al sexo fuera socialmente aceptada, ya que se trata de un hombre y bueno es parte de su ser y consecuencia de la sociedad falocéntrica que ha construido. Al parecer las cosas serían diferentes, nuestro amigo sería uno más, un elemento activo de la sociedad, que quizá tendría un giro negro o se dedicaría a alguna actividad ilícita sin que no pasara nada.

¿Será que la película ha causado tanto escándalo por tratarse de una mujer y no de un hombre la que se satisface por medio de placeres perversos? No hay que olvidar que vivimos en una sociedad donde se enseña a las mujeres a defenderse de las violaciones, y no se le educa al hombre para respetarlas como sus iguales.

La genialidad del director es evidente e irrefutable, y como muchos otros artistas del pasado la locura los alcanza y juega con ellos. El arte se vuelve como una catarsis de sus miedos, de sus demonios internos y de la sociedad que los produce. Existe una delgada línea quebradiza que une la genialidad con la locura y viceversa.

El final de la película es desgarrador y contundente, al parecer no hay lugar para la esperanza, el director no nos regala un ápice de bondad, un nicho de donde agarrarnos después de ocho capítulos atroces. No sé que nos preparará Lars Von Trier en un futuro, no sé si ha tocado fondo con el final de su trilogía, o aun tiene más que contarnos.

Aunque lo que más me preocupa en realidad es la sociedad en la que vivimos, donde cualquier historia casual de nuestro día día se puede convertir en un guión prometedor para un festival de cine de arte. Históricamente el arte ha sido un testigo fiel de la historia y el vocero de nuevos pensamientos y cambios epistemológicos en la sociedad. Aun hay tiempo para enmendar el camino y esperar que el futuro no nos alcance. No hay que perder la fe en la humanidad, aún.

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