Gary Hume

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Puedo pasarme los días muertos mirando los cuadros, viviendo con ellos. Bellos, sensuales e inteligentes, duros, profundos, suaves. Suena como si hablara de sexo, ¿No?

Gary Hume es un artista británico identificado entre los polémicos Young British Artist y la exposición Sensations, que sería el rompimiento y la creación de un nuevo paradigma estético en el mundo del arte. Aparecen como tópico general con un arte frío, escéptico y casi quirúrgico, irónico, transgresor e irreverente en clara respuesta al neo expresionismo ochentero.

Gary Stewart Hume nace en la ciudad de Tenterden, Kent, en el Reino Unido (1962) e hizo estudios en la Goldsmiths, University of London. Reconocido principalmente como pintor, aunque ha hecho algo de escultura e instalaciones, indaga la ligereza de la cultura contemporánea a través de formas y trazados sencillos, incluso minimalistas, con una fuerte carga emotiva.

Quizá por valerse de una temática más sencilla de digerir, fue reconocido por el gran público mucho antes que sus compañeros de Sensations; junto a Tracey Emin o Sarah Lucas no es difícil saber por qué se comercializó mucho más rápido.

Alcanzó tal éxito que fue comisionado como representante de Gran Bretaña en dos Bienales de Venecia, nominado al Premio Turner [1] y nombrado miembro de la Royal Academy en 2001. Palmarés muy interesante para un artista con cinco décadas de vida.

En la Bienal de Venecia de 1999, exhibe su serie Waters, una de las más interesantes, en la que representa a mujeres únicamente con líneas estilizadas, casi como grafiti urbano, sobre sus eternas superficies metálicas. Crea una especie de textura o relieve que surca las superficies metálicas con una geometría abstracta.

En su primera etapa se destacó por la elaboración de cuadros satinados sobre paneles de madera y aluminio. Resalta la serie Doors en la cual reproduce infinidad de puertas de hospitales en tamaño real elaboradas con pintura satinada sin ningún efecto de profundidad, y reduciendo al mínimo el detalle para convertirlas en piezas auténticamente abstractas.

Hume describe estas piezas como una metáfora de la transición, del paso de un estado a otro, del interior al exterior o de la vida a la muerte. Una profundidad conceptual escondida sobre la superficialidad de sus cuadros.

Más adelante amplió la temática conceptual incluyendo retratos, desnudos, paisajes, formas y siluetas de imágenes propias de la imaginería de su infancia. Sin dejar a un lado las superficies lisas, planas y reflectantes de los cuadros con una economía en el color y contraste sumamente sugestivo.

En este renglón vale la pena darle un vistazo a piezas como Instalation Viciuis (1994), View (1995), Kate (1996) o Avery (1999).

“Cuando se le preguntó por sus criterios de selección de imágenes a trabajar respondió que las elige por su capacidad de irradiar belleza y afectación”. [2]

A simple vista, sus cuadros recuerdan rápidamente al Pop norteamericano de los años cincuenta, en clara alusión a Warhol y a Linchestein. Imágenes extraídas de las revistas de circulación popular, grandes formatos, colores industriales, completamente banales y sin ninguna profundidad conceptual.

Da un paso adelante del Pop de Warhol al hacer un arte participativo, en el que el espectador completa el cuadro. El plus de utilizar superficies metálicas radica en la creación de reflejos, en volver la superficie de la obra en un espejo que devuelve el entorno y al observador mismo.

De esta forma la pieza siempre tiene una apariencia diferente, desde la ubicación que se encuentre, la luz o el mismo ángulo visual desde el que se observe. Lo que podría parecer una casualidad se vuelve en el accidente más atractivo de la propuesta de Gary Hume.

Comparte con Warhol la búsqueda de crear objetos decorativos con imágenes atractivas pero sin gran contenido metafísico. Casi como cuadros o tapices de catálogo que se venden en los grandes almacenes en el departamento de decoración.

Este abandono de expresión responde al antisubjetivismo que persigue el artista, un abandono del relato profundo y visceral del artista noventero que pinta en un éxtasis de creatividad.

Irónicamente su arte de apariencia pop ronda al arte conceptual y al minimalismo. El arte conceptual rescata el valor de la idea sobre la expresión, lo intelectual sobre lo visceral, alejándose de toda la cursilería sentimental. Y al minimalismo al rescatar el valor del objeto como producto final, como el objeto artístico que no necesita de ningún metarrelato para ser entendido, no surge de una cultura o un sitio determinado, no apela a nada que no sea él mismo, en el que el goce estético es intelectual no visceral.

Esta ambigüedad es bastante polémica ya que uno puede pintar lo que sea y apelar a un nihilismo, término tan en voga últimamente, y justificar el arte como antiarte, con el eterno juego pedante de discursos vacíos que justifican algo que ni siquiera existe. Defender lo indefendible, aludir a la ambigüedad o la falta de una metafísica contemporánea se ha convertido en la virtud, o el defecto, de mucho del arte contemporáneo.

Se dice que el arte de una época es el reflejo de la sociedad que la genera. Así como el Pop Art reflejaba el American Dream de los cincuenta, el expresionismo abstracto: la desolación de las entre guerras, o la dominación absoluta sobre la técnica y la temática de la iglesia en el arte renacentista. ¿Qué refleja el arte de principios del siglo XXI?

Como todo en la vida, cada concepto tiene diferentes matices y puntos de vista desde el cual se puede observar. Los YBAs para muchos fueron, o son, una tomadura de pelo, un arte banal para la sociedad consumista. Para otros, una liberación del arte y una post vanguardia que está vigente y es un paradigma estético completo.

No se trata ni de atacar ni de defender una postura, a final de cuentas el juicio de valor lo hace cada persona. En el caso de Gary Hume hay que disfrutar su arte como lo que es, sin pedir un discurso profundo sobre ella, donde quizá ni siquiera lo buscamos realmente, o peor aún, ni siquiera lo entendemos.

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[1] En esa ocasión el galardón lo recibió el artista Douglas Gordon.
[2] Art of the turno of the millenium. Taschen. Italia. 1999.